Vermigor en lunes (sesión 9)

Vermigor en lunes (sesión 9)

Tras una semana sin poder jugar y con la previsión que no podríamos jugar el siguiente jueves conseguimos organizarnos para quedar en lunes, y además pudimos coincidir todo el grupo, cosa que no siempre es posible, para seguir la historia de nuestros aventureros tras el asedio al castillo de Ermegar.

 

En el último momento de nuestra última sesión, una vez reencontrado todo el grupo en el centro de mando que dirigió la defensa del castillo, un mensajero trajo la inquietante noticia que una pequeña fuerza había conseguido entrar en la mansión Ermegar dónde en principio deberían encontrarse el conde Varos y su esposa Laurantia. Sin pensárselo dos veces pidieron a Laurana que les enseñara la entrada secreta que conducía hasta dentro de la mansión mientras Solaire mandó a sus tropas a cercar la mansión para que no pudiera escapar nadie.

 

Tras un largo pasadizo llegaron al sótano de la mansión, tal cómo les iba contado Laurana, pasaron de largo de la puerta del tesoro de la familia y llegaron a una puerta abierta que daba a la capilla de la mansión. Allí encontraron a una situación delicada. Brunn, la enana que conocieron el día que entraron por primera vez en el castillo de Ermegar, estaba delante de unos orcos aguerridos que cubrían a un orco flaco y con una túnica hecha de huesos que cogía por la barba a un enano mientras amenazaba su cuello con una daga y moriría a no ser que Brunn le diera su colgante, una joya que llevaba encima desde que se la regaló su padre hace muchos años.

 

Al intentar atacarles, el orco que amenazaba al enano cumplió su palabra y le cortó el cuello sin contemplaciones. El combate fue breve gracias a Úrsula que encantó al jefe de los orcos cosa que dejó confusos al resto, por sus contradictorias órdenes, que se defendieron hasta caer. El reencuentro entre Laurana y Brunn, quién fue su mentora desde pequeña, fue agridulce, pues el enano que estaba muerto en el suelo era el hermano pequeño de Brunn, al que llevaba años sin ver.

 

Entre el encantamiento al jefe orco, que se mostró dispuesto a hablar, y una nota que encontraron en el cuerpo del hermano de Brunn, pudieron descubrir que el motivo por el que los orcos buscaban el colgante era que se trataba de la llave de una puerta que abriría a algo llamado el olvidado, que podría devolver los tiempos de gloria a los orcos del lamedal del trasgo. Pero mientras asimilaban la situación tras matar al jefe orco, Úrsula y Leroy aprovecharon para saquear un poco en la capilla intentado sacar alguna cosa de valor, este hecho activó una maldición que dejó asustado a Leroy, que salió corriendo de la capilla mientras Úrsula perdía parte de su destreza natural.

 

(nota de sistema: la maldición es realmente potente en este juego ya que Úrsula perdió permanentemente 3 puntos de destreza en ese momento de la partida, sin posibilidad de recuperarlos)

 

Solaire fue tras Leroy, a quién considera su escudero, hasta pararlo en medio del pasillo, momento en que pudo calmarlo. Una vez calmada la situación el grupo volvió a reunirse a la salida de la capilla mientras Úrsula aprovechaba para dejar disimuladamente lo que había cogido en la capilla, aunque esto no le hizo recuperar su destreza perdida. Pasaron por delante de una puerta cerrada que daba a las dependencias de la guardia, vacías en ese momento, y llegaron a una puerta entreabierta de la que salía una tenue luz verde en la que se podía oír una especie de cántico salmodiado lentamente.

 

Brunn les informó que esa puerta daba a la cripta familiar de los Ermegar dónde había un hombre con una túnica en el centro de un pentáculo dibujado con sangre en el suelo, con velas en las cinco puntos de las que salía la luz verde, protegido por un grupo de zombies y esqueletos más ricamente vestidos que la mayoría de los aventureros. Solaire y Nimue entraron atacando sin pensárselo dos veces mientras ese hombre se ponía a hablar con el cadáver del padre del actual jefe de la guardia de palacio. Ese fue un combate duro para Solaire que cayó inconsciente aunque sobrevivió (gracias a pasar la tirada de salvación, si no hubiera muerta inmediatamente) pero finalmente los aventureros ganaron el encuentro y oyeron hablar de la Rosa Negra, que parecía tener algún tipo de relación con los bajos fondos.

 

Leroy descubrió en la cripta una puerta secreta que escondía una escalera de caracol que les llevó hasta los jardines de la mansión. Solaire, que ya se había recuperado de sus heridas gracias a la imposición de manos de Nimue fue hasta la puerta del jardín e hizo entrar a los hombres de su compañía que ya estaban fuera tal cómo les había ordenado. El resta de los personajes pasaron otra vez por la cripta y subieron las escaleras que llevaban al vestíbulo de la mansión, dónde oyeron que del piso superior venían ruidos de lucha.

 

Subieron corriendo y al llegar arriba decidieron separarse. Solaire y sus hombres se dirigieron a la sala del trono, dónde esperaban encontrar al conde Varos, y el resto se fueron hacia los aposentos de Varos y Laurantia, dónde esperaban encontrar a Laurantia. Ambos grupos oyeron oían el ruido de la batalla enfrente suyo. Solaire fue directo hasta la sala del trono, parándose solamente a registrar una habitación que encontró en su camino en la que, a parte de un juguete infantil que escondía una punta metálica en un recipiente con un olor extraño, no encontraron nada de interés.

 

Siguieron pues directos a la sala del trono dónde encontraron a Varos de Ermegar resistiendo cómo podía ante un guerrero de negra armadura que descargaba golpes de su enorme espada sobre el escudo de Varos mientras un ogro estaba plantado en medio de la sala para que nadie les molestara. Solaire y algunos de sus hombres se escabulleron entre las columnas laterales para ir a proteger directamente a Varos mientras el grueso de las tropas iban a por el ogro. Finalmente ambos cayeron y pudieron salvar al conde de Ermegar de la muerte.

 

Mientras tanto, en el otro lado de esta misma planta de la mansión Ermegar, el resto del grupo encontró a Isabelle de Ermegar, la hermana del conde, a la que acusaron de aliarse con la orden de las cenizas para secuestrar a Laurana cinco años atrás. Isabelle se explicó, asumiendo su culpabilidad, y pidiendo clemencia para enmendar su error. Laurana y Brunn aceptaron la disculpa, al menos temporalmente, para intentar ir en ayuda de Laurantia que debía encontrarse al final del pasillo.

 

Al llegar a los aposentos de Varos y Laurantia los encontraron vacíos en un primer momento, pero al internarse un poco más hacia una segunda sala, pudieron llegar a ver a Laurantia de rodillas en el suelo, cuyos ojos reconocieron a Lauranna y se anegaron de lágrimas de felicidad al entender que por fin era libre después de cinco años, justo antes que una espada apareciese por su pecho atravesándola mortalmente. Una espada manejada por una elfa oscura.

 

Y aquí dejamos esta sesión de la Trilogía del Trono de Niebla. En un momento álgido y pudiendo acabar el módulo en nuestra próxima sesión de juego.

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