Los jueves Vermigor (sesiones 16 y 17)

Los jueves Vermigor (sesiones 16 y 17)

Las dos jóvenes que sacaron de una celda en nuestra última sesión se unieron al grupo: Irin Rulsirva, una mujer atlética con una rosa bordada en la solapa de su armadura, para hacer de guía para encontrar una ciudad escondida bajo la superficie de Marvalar, y la otra, Isadora, una chica joven que hacía el papel de la perfecta víctima que necesitaba ser rescatada, para llevarla con los suyos, una comunidad de hombres-rata que deberían vivir también en las cloacas.

 

Buena parte de la jornada la pasaron explorando en las cloacas de la ciudad, descubriendo salas llenas de agua, pequeñas habitaciones con las herramientas de los trabajadores del lugar, antiguos almacenes de comida y pasillos más largos que los que habían encontrado hasta el momento, para llegar al fin a una sala con un agujero que daba a un abismo bajo el que, en la oscuridad total, se oía el fluir del agua.

 

Al otro lado les pareció ver un puente levadizo alzado. Sin pensárselo mucho intentaron colgar las cadenas que siempre llevan consigo al torno del otro lado, cosa que consiguieron aún haciéndolo a oscuras. Solaire se jugó la vida saltando a un vacío oscuro y, con un par de acrobacias consiguió girar el torno para hacer bajar el puente permitiendo al resto de la comitiva pasar con seguridad al otro lado.

 

Allí encontraron una escalera que subía hasta la superficie pero un ruido rítmico les hizo parar un momento y entrar en la sala contigua dónde encontraron un grupo de ladrones que intentaba robar en un banco de Marvalar haciendo un agujero desde abajo para poder entrar. Solaire y Nimue, de altos valores morales, no dudaron en atacar sin dejar tiempo a reaccionar, cosa que les supuso la posibilidad de acabar con todos ellos de manera fácil y rápida. Al terminar el combate, uno de ellos seguía vivo por lo que lo subieron a la superficie para entregarlo a la justicia.

 

Al volver abajo a las cloacas, habiendo dejado al mago Julius en la superficie y reclutar a una exploradora, se dieron cuenta que si bien Isadora seguía esperándolos, Irin Rulsirva aprovechó la confusión del momento para desaparecer en la oscuridad.

 

Cómo todavía no era de noche, aprovecharon para explorar un poco más dónde se encontraban y tuvieron que luchar con un cocodrilo que había encontrado su hábitat en las aguas de las cloacas. No les supuso mucho esfuerzo deshacerse de la bestia.

 

Un poco más allá de la guarida del cocodrilo encontraron a dos mujeres y un hombre cultivando setas, tres personas que saludaron efusivamente a Isadora después de no verla durante bastante tiempo y que aprovecharon para vender algunas setas a Leroy, el ladrón del grupo, después de ser advertido que no debería comer nunca más de media seta. Isadora había llegado a su hogar, pero antes de dejar marchar a sus salvadores les preguntó si querían conocer a la Madre, quién seguro que les recompensaría por traerla de vuelta a casa.

 

Tras dar un poco de vuelta por los dominios de los que se hacían llamar el enjambre, llegaron a la antesala de la Madre, dónde había algunos hombres y mujeres en el suelo con evidentes síntomas de estar bajo el efecto de las setas que podían encontrar, cortadas en mitades, en platos repartidos por toda la sala. Isadora les explicó que para poder ver la divinidad de la Madre deberían estar bajo los efectos de las setas, pero, cómo habían salvado a una de sus videntes, ellos podían pasar sin tener que comerlas.

 

Nimue y Solaire decidieron comerlas, junto con el té servido en mesas bajas que había por toda la sala, mientras que el resto del grupo se decidió por mantenerse en perfecto estado de consciencia. Nimue y Solaire vieron una mujer-rata a medio transformar, cuyo cuerpo parecía estar en constante metamorfosis entre humana y rata, pero siempre de perfectas proporciones, bella y radiante que daba de comer con sus mamas a varios hombres que parecían extasiados con las palabras que les susurraba mientras comían.

 

Por otro lado el resto del grupo vio un ser repugnante incapaz de moverse por sus propios medios, en una sala sucia y maloliente, que efectivamente estaba dando de mamar a varios hombres en un estado de consciencia lamentable debido a las setas. Lo que si que advirtieron fue que uno de ellos llevaba un tatuaje de una mano cadavérica en el dorso de su mano izquierda. Esto llamó la curiosidad de los personajes que intentaron salvar a ese hombre para poderlo interrogar.

 

Cómo la Madre les vio interesados en una de sus próximas víctimas les dijo que, si mataban al rey rata y le llevaban su cetro para demostrarlo, no sólo contarían con su gratitud por haber salvado a Isadora si no que podrían llevarse al humano sin ningún reparo por su parte. Motivados por la curiosidad decidieron aceptar el encargo, pero antes de cumplirlo, exploraron un poco más esa zona de las cloacas. Allí no solo encontraron una biblioteca en la que aprendieron algunas cosas casi todos ellos, si no también una sala en la que se iba a hacer un sacrificio que no pudieron parar.

 

La consecuencia de intentar parar el sacrificio pero que la sangre llegara a la losa del altar en el que se llevaba a cabo fue que algo despertó bajo el altar en el que se estaba llevando a cabo. La losa que tapaba un gran ataúd se movió para dejar salir una nube que se transformó en un vampiro que mostrándose agradecido por haber sido salvado regaló un anillo al grupo que podían utilizar para llamarlo tres veces para pedirle ayuda. Antes de que se fuera ya le pidieron un primer favor: que buscara a la reina Vigdis II y les dijera dónde estaba.

 

Descansaron la noche en la posada del puerto que ya habían utilizado la última vez y volvieron a bajar. Encontrar al rey rata en el laberinto que eran las cloacas de la ciudad fue sorprendentemente fácil aún con las pocas indicaciones que tenían y la lucha fue breve y mortal para los enemigos de nuestros personajes. Además consiguieron liberar a un miembro de la guardia de la reina Vigdis que el rey rata trataba de interrogar pensando que era un espía del enjambre. Éste les contó a nuestros protagonistas que la reina había bajado por una agujero en el suelo con escaleras de cuerda. Viendo que el grupo estaba buscando a la reina decidió unirse a ellos hasta encontrarla.

 

Tras recoger la recompensa que les había prometido la Madre al entregar el cetro del rey rata volvieron por caminos que ya les eran conocidos a estas alturas sin encontrar nada inesperado hasta el agujero en el suelo al que bajaron hasta dónde llegaban las cuerdas, por lo menos un nivel por debajo de lo que habían estado hasta ese momento.

 

Y hasta aquí llegamos el jueves pasado. La semana siguiente empezaremos la exploración de un territorio completamente nuevo.

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