Los jueves Vermigor (sesión 15)

Los jueves Vermigor (sesión 15)

Aprovechando que habían vuelto a la superficie los protagonistas de nuestra historia fueron a cobrar la recompensa por haber salvado a Rin Melkan de las manos del minotauro, vendieron buena parte de lo que encontraron en la mazmorra, pidieron que les enseñaran por dónde había descendido la reina Vigdis II y, tras descansar tranquilamente una noche, siguieron sus pasos bajando a las alcantarillas.

 

Prácticamente nada más entrar una trampa atrapó la pierna de Leroy mientras una campanilla se oía tras la puerta cerrada que iba a inspeccionar. La campanilla dejó paso al ruido de alguien pertrechándose para un combate y la puerta no tardó en abrirse, justo cuándo Solaire i Nimue consiguieron ponerse delante de Leroy para protegerle de lo qué fuera que hubiera detrás de la puerta, mientras sus compañeros intentaban sacarle la pierna del cepo a Leroy.

 

El combate, que fue muy cerrado por estar en un pasillo estrecho, fue corto y letal para los goblins que atacaron a los personajes. Poco encontraron en esa sala, a parte de otra puerta protegida por una barricada puesta para lo que pudiera venir de ese lado. En lo que se fijaron algunos de nuestros protagonistas fue en que los goblins llevaban armaduras similares a las de otros goblins que les habían atacado con anterioridad y también a los que atacaron durante el asedio al castillo de Ermegar.

 

Siguiendo por la puerta protegida por la barricada descubrieron que también había un cepo escondido en el suelo, que hicieron saltar con una vara y llegaron a un pasillo más amplio que les conducía hasta una puerta más grande que las que habían descubierto hasta ese momento. Al abrirla descubrieron una sala con un agujero en medio del que colgaban unas escaleras de cuerda hacia la oscuridad que había debajo. En esta habitación encontraron los cadáveres de algunos trasgoides y también un par de humanos que llevaban las insignias de la guardia de la reina Vigdis II.

 

Les pareció que el agujero tenía que ser la parte superior del que habían encontrado en su última incursión, pero no bajaron por ahí sino que decidieron seguir explorando lo que hubiera en las alcantarillas. La única otra puerta que había en esa sala les descubrió unas escaleras que subían a más pasillos. En la segunda puerta que encontraron siguiendo sus instintos había una especie de hombre-rata de tamaño humano que estaba cortando carne en una mesa, encima de la que colgaban, de unas cadenas con ganchos, lo que parecían partes de homínidos de los que se estaba haciendo carne.

 

El carnicero-ratón no dio problemas al grupo que acabó con el sin mucho problema. Solaire, con su tendencia innata hacia las cadenas (una broma que lleva ya unos años con este grupo) se dio cuenta que nunca había pensado en poner ganchos a las cadenas que siempre lleva consigo y no desaprovechó la ocasión para descolgar alguna de las que había en esa sala.

 

Salieron de esta carnicería para encontrar justo después una prisión en la que tres humanos, dos mujeres y un hombre, estaban siendo pinchados con una lanza y un tridente por otros dos hombres-rata. Distraídos cómo estaban fueron atacados por sorpresa por el grupo que no tuvo mucho problema en deshacerse de los dos guardias. Leroy abrió sin mucho problema la cerradura de la puerta metálica.

 

Una de las chicas se abrazó sin dudarlo a Solaire pidiendo que le llevaran con los suyos, que seguro que les iban a agradecer, y a recompensar, por haberla llevado otra vez a casa.

 

La otra chica les descubrió alguna cosa más respecto a lo que podína encontrar bajo Marvalar. Les dijo que vivía bajo tierra y que podrían encontrar una ciudad desconocida por los habitantes de la superficie. Un detalle que les hizo sospechar de ella fue que, en la armadura de cuero que recuperó enseguida que estuvo fuera de la celda, llevaba la insignia de una rosa negra en la solapa. Enseguida le preguntaron por la Rosa Negra, pero ella les contestó que esa armadura era el regalo de un antiguo amante y que, aunque entendía su sospecha, no tenía fundamento. Después de la conversación accedió a unirse al grupo para seguir explorando y volver a su casa.

 

El otro prisionero fue quizás el más extraño de todos pues, tras aceptar un poco de comida de nuestros protagonistas, les terminó regalando una llave, que resultó ser la de la celda en la que estaba él mismo encerrado, aunque no servia sólo para esa puerta, según les comentó, y decidió quedarse dentro de la celda pidiéndoles que le dejaran encerrado con llave. Tras ver que no había manera de convencerlo de ir con ellos accedieron a sus peticiones y allí lo dejaron, encerrado en su celda con una rata con la que no dejaba de hablar.

 

Y con esto terminó la sesión de este jueves, la próxima semana seguiremos explorando…

About the Author /

guitpau@gmail.com