Los jueves Vermigor (sesiones 12 y 13)

Los jueves Vermigor (sesiones 12 y 13)

Nuestros aventureros se adentraron en la oscuridad bajo la bota negra bajando por un agujero que se alargó dando vueltas y vueltas mientras iban bajando hacia la oscuridad durante media hora, más o menos, hasta llegar a un pasillo de mampostería construida por enanos, cosa que confirmó Brunn, haciendo hincapié en que esa construcción era obra de sus antepasados directos.

 

A mano derecha encontraron una puerta metálica que no les permitió el paso por lo que decidieron ir hacia la izquierda dónde empezaron a encontrar toda una serie de pasillos y habitaciones poco menos que laberínticos en los que no se perdieron porqué iban dibujando un mapa a medida que iban descubriendo el complejo (en efecto, no les dibujo el mapa de la zona en la que se encuentran si no que se la describo a medida que exploran y ellos mismos deben hacer un mapa para poder orientarse).

 

Tras asustarse al abrir una puerta por la corriente de aire y por el ruido de murciélagos volando, consiguieron sobreponerse al susto inicial para descubrir después un agujero en una pared que comunicaba con un piso inferior, con el suelo lleno de cascotes, y por lo menos con un piso superior. Decidiendo no seguir por este camino volvieron atrás para explorar lo que hubiera en el nivel en el que se encontraban.

 

Algunos pasillos y puertas más adelante, llegaron a una habitación que, sin saber muy bien porqué, les hizo desconfiar. Tiraron un poco de aceite al suelo y vieron cómo desaparecía poco a poco. Tras echar un poco más de aceite y prenderle fuego vislumbraron una pequeña línea que era la última en la que desaparecía el aceite en el suelo. Tras echar más líquido para ver por dónde desaparecía, Nimue se ató una cadena y, pegada a la pared, fue hasta la primera puerta que había en la habitación. Solaire paso por el medio de la habitación y, por suerte pudo agarrarse a la cadena que llevaba atada Nimue ya que el suelo se abrió a sus pies para dejar ver, una sala con dos tronos, que justo debajo suyo había unos pinchos encima de los que habría caído si no se hubiera podido agarrar.

 

La exploración siguió hasta dar con una habitación en la que un minotauro estaba torturando a un joven, que tenía colgado con una cadena, que cogía el monstruo en la mano, que hacía colgar al chico encima de un agujero en el que se veía una sustancia gelatinosa. El minotauro le exigía que le dijera dónde estaba la reina pues tenia algunos asuntos que resolver con ella. Solaire sin pensárselo dos veces, cargó contra el monstruo mientras Nimue y Leroy intentaban que el chico no cayera en la extraña sustancia.

 

Tuvieron suerte, pues la carga de Solaire prácticamente hizo el máximo de daño posible y el minotauro se asustó de tal manera que, tras pegarle un hachazo a su atacante, salió corriendo de la sala. El chico pudo ser salvado y el minotauro, seguido por Julius que se había hecho invisible previamente fue hasta la habitación con el derrumbe que conectaba varios niveles del complejo y saltó al piso inferior, dónde desapareció en la oscuridad.

 

El chico resultó ser el hijo del contrabandista que les había prometido una recompensa por salvarlo y que les había pagado la entrada en el complejo bajo la bota negra. Estaba desorientado y bastante magullado, pero el grupo decidió seguir explorando en la oscuridad en vez de salir a la superficie a cobrar su recompensa.

 

En una de las siguientes salas que encontraron, llena de restos de muebles y muchas cosas amontonadas resultó ser un escondite perfecto para un asesino que aprovechando un descuido del grupo mató a Isabelle de Ermegar sin contemplaciones. Julius encantó con su hechizo al asesino quién creyó des de ese momento que era un amigo en quién podía confiar. Este les enseñó una nota al grupo que les hizo sospechar, por unas iniciales, que quién estaba tras ese asesinato era Folken Guinot, el senescal de Marvalar. También les resultó sorprendente que, con toda la carta escrita con iniciales, al final estuviera firmada por Cauchemar, fuera quién fuera. Pero lo que estaba claro era que alguien quería a Isabelle muerta, pues era la orden explícita por la que iban a recibir el pago habitual.

 

Al seguir la exploración del lugar dieron con unos goblins que salieron corriendo. Al perseguirlos llegaron a otra sala en la que había tres osgos sentados a la mesa. Solaire i Nimue cogieron una madera puesta a modo de parapeto para llevarse por delante los osgos y aplastarlos contra la pared para poder controlar más o menos el combate. La táctica les funcionó bastante bien y, aunque ganaron el combate y recuperaron un gran manojo de llaves, resultaron heridos lo que les hizo plantear cuál iba a ser su próximo movimiento.

 

La discusión sobre si seguir explorando o subir a la superficie duró un rato largo pero decidieron volver a la sala de la trampa en el suelo, pasar por la siguiente puerta que había en esa sala y seguir la exploración del complejo. Así llegaron a una sala inundada de agua, al parecer filtrada por corrientes freáticas, que ya les acompañaría prácticamente durante el resto de la sesión.

 

En una sala muy grande tuvieron un encuentro con un cangrejo gigante que no les supuso mucho problema (por las malas tiradas que tuve yo) y encontraron varios tesoros. El más importante pareció ser un cubo que depuraba el agua que entraba en su interior.

 

Siguieron su exploración y eso les llevó a una sala que pasaron prácticamente por alto pues una voz cautivadora que provenía de una puerta lateral les llamó poderosamente la atención, sobretodo a Harum, el bardo del grupo, y a Julius, que entraron corriendo en una sala que parecía un antiguo baño con una piscina llena de agua cristalina de la que salía el cantico.

 

Allí tuvieron un encuentro con una ondina que casi se lleva por delante la vida de Julius, a quién se llevó al fondo del agua con la intención de ahogarlo. De hecho le fue de muy poco (por dos asaltos) pero en el último momento pudieron con ella todos sus compañeros que poco a poco pudieron salir del trance en que les había dejado el conjuro que era el cántico que habían oído y que les hizo despojarse de todas sus armas y armaduras.

 

Quién si que murió fue el asesino que hasta ese momento había estado encantado por Julius. El hechizo de la ondina dejó el de Julius sin efecto y tanto Solaire com Nimue no dudaron en eliminar al asesino antes que se convirtiera en un problema para ellos.

 

Tras ese encuentro los personajes empezaban a estar muy cansados y decidieron ir a descansar a la sala del reloj de sol, que era de las más pequeñas que habían encontrado y pensaron que sería fácil de cerrar bien para poder descansar con un poco de tranquilidad.

 

En esta última sesión empecé a utilizar el libreto de tablas para vestir el megadungeon y esta resultando realmente divertido dar a los jugadores tesoros raros, algunos que no saben lo que son (porqué no han pasado las tiradas correspondientes) y que son más divertidos que darles tesoro sin más.

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