Los jueves Vermigor (sesión 21)

Los jueves Vermigor (sesión 21)

Uno por uno todos los aventureros fueron pasando por el portal que se había abierto para llegar a la sala en la que les esperaba el oráculo, un extraño personaje vestido con una túnica llena de ojos de ropa cosidos, que les explicó que por fin habían llegado los aventureros que estaba esperando desde hacía siglos para ver si se cumplían las profecías. Unas profecías que se negó a explicar al grupo. Aceptando que un extraño, e impertinente, personaje se había unido a ellos siguieron explorando este nuevo sitio al que habían llegado mientras teorizaban sobre si estaban en algún otro lugar de Valion, en otro planeta o habían viajado en el tiempo.

 

Llegaron así a una extraña sala octogonal con pared de cristal, dividida en ocho espacios con una maqueta de la propia sala en el centro. El oráculo les explicó que podían entrar, girar la maqueta y todo lo que quedara en la entrada sería para ellos. Todo lo que cayera en el lado contrario, dónde había una extraña esfera negra, desaparecería. Decidieron primero conseguir un cuerpo que flotaba entre agua realmente turbia. Cuál fue la sorpresa al darse cuenta que tenían ante si el cuerpo, inconsciente pero vivo, de Lauranna de Ermegar, a quién recordaban convertida en piedra por la mirada de una medusa, cómo ella misma recordó cuando lograron reanimarla. La vistieron y armaron y siguieron sacando cosas de la extraña sala: consiguieron una bola de cristal que pronto descubrieron que servia para detectar efectos mágicos al mirar a través de ella y sacaron también una extraña pieza de cobre octogonal cómo la misma sala.

 

Siguieron con la exploración encontrando una sala en la que tres trolls se habían dado un festín hacía poco y estaban durmiendo por lo que los cogieron por sorpresa y no tuvieron mucho problema en acabar con ellos. También encontraron una pequeñísima habitación con una trampilla en el suelo que daba a un nivel inferior que, al bajar una antorcha ligada a una cadena, tanto Jane cómo Solaire reconocieron enseguida cómo la sala del derrumbe en la que fueron atacados por una criatura que salió del suelo mismo. A partir de ese momento ya sabían que seguían en el mismo recinto que antes de atravesar el portal, pero seguían teniendo dudas sobre si habían, o no, viajado en el tiempo.

 

Lo siguiente que encontraron fue una zona de habitaciones totalmente abandonada en la que no encontraron nada, para llegar después a una habitación redonda con una gran mano de cobre de más de tres metros de altura. El oráculo les explicó que allí se estudiaba quiromancia. Estudiando en profundidad la mano Jane descubrió que en la punta de los dedos había unos pequeños agujeros de formas geométricas en una de las cuáles cabía perfectamente la pieza octogonal de cobre que habían encontrado.

 

La siguiente sala que encontraron fue realmente una sorpresa, pues se trataba de un jardín lleno de hortalizas plantadas desde el que se podía ver el cielo, los pájaros volando y la luz directa del sol. Sin embargo no pudieron observarlo con todo el detenimiento que querían porqué empezaron a oír cerca el ruido de unas cadenas arrastradas por el suelo. De dónde provenían se desveló al abrirse una puerta y aparecer un ser de más de tres metros de altura hecho de oscuridad, sin rostro excepto por unos ojos rojos, y del que sobresalían cadenas alrededor suyo, algunas de las cuáles arrastraba por el suelo del que se mantenía a distancia levitando.

 

Aunque el grupo quiso hacer una retirada táctica ante tal ser, Jane se quedó en la sala y estrenó la ballesta que disparaba rayos sin poder tocar a la criatura. Solaire y Nimue intentaron proteger a Jane, pero Solaire fue encadenado y, aun contando con los esfuerzos de Nimue para liberarlo, y los disparos de Jane, que no dieron en el blanco, Solaire fue notando cómo las cadenas se iban estrechando más y más a medida que pasaban los segundos hasta dejarlo inconsciente primero y sin vida después.

 

Sus compañeros aprovecharon ese momento de calma para ir retirándose y planear llevar a la criatura hacia la sala con paredes de cristal para intentar llevarle hasta la esfera negra que hacía desaparecer todo lo que allí entraba. La criatura les siguió tal cómo pretendían y pudieron llegar hasta la maqueta que hacía girar las diferentes partes de la sala. El ser llegó hasta allí y la treta funcionó, no sin antes recibir Nimue un ataque con las cadenas. Finalmente la criatura desapareció en la misteriosa esfera negra.

 

Agotados cómo estaban descansaron en esa misma sala, por su facilidad para ser defendida la única entrada y después de dormir unas buenas horas fueron a explorar esa habitación en la que se podía ver el cielo. Jane consiguió trepar hasta el techo y descubrió que podía tocarlo aún cuándo sentía el calor del sol y el frescor de la brisa en la cara. Dándose cuenta que estaban en un huerto con algún tipo de magia que dejaba ver el cielo encima suyo, siguieron explorando.

 

Encontraron una sala con una runa resplandeciente en el suelo, muy parecida a otra que ya habían encontrado, pero no la tocaron. También descubrieron los aposentos del oráculo, quién les acabó revelando que no era un ser nacido, si no creado por los magos que habitaron ese lugar hacía siglos, para descubrir cuáles de las profecías que habían hecho resultarían ciertas.

 

Después de esto llegaron a una sala pentagonal con una especie de altar en el centro en el que parecía que se habían hecho algún tipo de sacrificios rituales durante mucho tiempo. Y no mucho tiempo atrás también pues todavía había restos de sangre en la columna rota que hacía las veces de altar. Tras encontrar una pieza de cobre en forma de pentágono empezaron a vislumbrar un movimiento que les puso en guardia.

 

Y hasta aquí llegamos el último día. El próximo jueves descubriremos que es lo que ha empezado a moverse en esta extraña sala pentagonal.

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