Los jueves Vermigor (sesión 20)

Los jueves Vermigor (sesión 20)

Aunque el último día nuestros protagonistas habían llegado hasta lo que parecía la cantera de la que se había sacado la piedra para la construcción del recinto y encontraron unos raíles que se adentraban en un túnel, decidieron volver atrás, hasta dónde habían dejado al miembro de la Rosa Negra vigilando la puerta. Ya habían pasado veinticuatro horas, cosa que supieron contando el aceite que iban gastando con la lámpara que llevaban consigo, y así poder explorar una zona del recinto a la que nadie, a parte de las dos secuaces de la Rosa Negra, había visto desde hacía mucho, mucho tiempo. No encontraron ninguna dificultad para llegar hasta allí, dónde el hombre les dio el pergamino sellado y se fue para intentar recuperarse de sus heridas.

 

Tras pasar la puerta mágica encontraron una sala decorada con runas que no parecían hechas por enanos y una puerta de bronce custodiada por dos armaduras también de bronce de gran tamaño que tenían también cara y manos. Los aventureros, preocupados por la posibilidad de que ser tratara de golems que pudieran activarse al abrir la puerta, les ataron manos y pies con cadenas antes de abrir. También llamaron a la puerta y pidieron permiso para entrar aunque nadie respondiera. Y tras abrir la puerta nada ocurrió.

 

Explorando esta nueva zona encontraron una sala redonda, llena de libros tirados por el suelo, dónde se dieron cuenta que el saco de Fistan que llevaban consigo había dejado de ser un saco mágico para ser sólo un saco normal y corriente del que no podían sacar todas las cosas que llevaban en él (que son muchísimas). Tras comprobar que si salían por la puerta mágica el saco funcionaba con normalidad, repartieron aceite para la lámpara y pociones de curación entre todos antes de seguir explorando esta nueva zona.

 

Llegaron así a una sala que se derrumbó nada más entrar en ella. Por suerte nadie cayó, pero cuándo intentaba bajar descolgándose desde arriba, un ser que se comía la piedra les atacó apareciendo desde el suelo. El combate fue brutal y prácticamente mató a Solaire. La cosa no fue a mayores porqué Jane sacó sus dardos, amarados del veneno de los gusanos que encontraron en otro nivel del recinto, y estos surtieron efecto en la criatura que cayó inconsciente por el agujero que ella misma había hecho.

 

Tras ese combate necesitaron descansar y descubrieron una extraña habitación triangular en la que el suelo no llegaba a tocar las paredes y que, aunque era más fácil de defender pues sólo tenía una puerta, les pareció muy raro y no se atrevieron a quedarse allí, por lo que se hicieron fuertes en la sala llena de libros que habían encontrado anteriormente, dónde pudieron descansar sin ningún incidente durante unas horas.

 

Después de descansar y curarse las heridas descubrieron un taller en el que evidentemente se construían golems de todo tipo y una serie de habitaciones dónde encontraron restos de la vida anterior del recinto: un par de cartas de una baraja de múltiples cosas, una ballesta cargada con virotes de rayo, alguna poción extraña que mareó a Leroy al probar una gota o dos, una misteriosa figurita de un hada, una gárgola petrificada metida en una habitación… y una extrañas criaturas en forma de ameba que saltaron de la cama en la que se encontraban nada más ver entrar a Harum en ella.

 

El combate fue breve, pues los conocimientos de Harum pusieron sobre aviso al grupo que se trataba de criaturas que sólo podían ser dañadas con frio y fuego. No dudaron en cerrar la puerta enseguida y, cuándo estaban atravesando la puerta para atacar, les echaron el aceite que quedaba en ese momento en la lámpara prendiendo fuego a la puerta, cosa que hizo retroceder a esas criaturas, o por lo menos les dio tiempo a salir corriendo pues no se quedaron a comprobarlo.

 

Salieron por el lado contrario por el que habían entrado y encontraron una extraña sala con un arco en medio que no llegaba hasta el techo. Probaron si se podía atravesar con seguridad y no pasó absolutamente nada por lo que decidieron seguir, ignorándolo por el momento.

 

Llegaron después de eso a una sala ocupada casi por entero por una extraña máquina que no podían entender pero que tenía tres palancas y un botón. Para aprender cómo funcionaba, al no encontrar ningún papel que lo explicara, decidieron empezar a tocar el botón y a mover las palancas. Tras un par de intentos empezaron a pasar cosas: la primera de ellas fue que Harum, el único con capacidades mágicas arcanas en el grupo, empezó a zumbarle la cabeza y a hacerle daño. También olvidó el conjuro que había memorizado ese día.

 

La siguiente combinación que probaron tuvo cómo consecuencia que en el arco de la estancia anterior, a la que Harum había ido para apartarse de la máquina que le provocaba dolor de cabeza, apareció un portal mágico. Harum avisó a sus compañeros y, sin pensárselo demasiado, Solaire se ató con cadenas a Nimue y atravesó el porta dónde encontró a un hombre que parecía estarlos esperando, según él desde hacía siglos…

 

Quién será este extraño personaje? Lo descubriremos la siguiente semana.

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