Informe de Batalla

Informe de Batalla

Hoy os hago llegar un informe de batalla del amigo Nuntius. Lejos de las tipicas parrafadas que suelen acompañar a un informe de batallas Nuntius nos ha dejado una narración muy buena. Espero que os guste.

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Hombres Lagarto vs Guerreros del Caos (Primera Parte) – Autor: Nuntius

“Tlaloc leyó el portento de las estrellas una última vez. Hacía tan solo unas semanas que el chamán eslizón, junto con una extensa comitiva militar, había cruzado los portales mágicos de su lejana ciudad para incursionar en los adversos desiertos del Caos. Su objetivo, secreto para los casuales espectadores nativos, lo obligaba a adentrarse más de lo que la prudencia recomendaba y, sí bien sus escamas habían visto las atrocidades de varias batallas en diversos lugares, aún prefería evitar las escaramuzas innecesarias a todo coste. Así lo hubiese hecho su maestro.

Sin embargo, habían sido esos deseos los que lo llevaron a atravezar aquel escueto valle plagado de ruinas y rodeado por empinadas montañas escarpadas, para evitar las principales rutas de viaje. Esos deseos los que ahora lo disponían en un lugar reducido, meramente con la vanguardia de su ejercito bajo su mando y un muro de guerreros del caos tapando el otro lado del camino. Esto, seguramente, no le hubiese pasado a su maestro. Pero eso era ahora irrelevante, y cuando el terradón de Lo-Tax, aquel fiero guerrero eslizón que lo acompañase por orden del Sumo Sacerdote, retornó de su misión de exploración con su lanza en alto, Tlaloc supo que sería una noche de tormenta.

Los guerreros nativos eran pocos en número, pero la fiereza que denotavan era suficiente para calentarle la sangre a un saurio. En la delantera, probablemente hostigados por sus superiores, un extenso bloque de bárbaros eran arengados por un oficial tuerto de largas barbas. Su flanco derecho era resguardado por cinco hombres con suficiente porte para asustar a miles, protegidos por pesadas armaduras, blandiendo armas encantadas. Estos caóticos caballeros eran los mejores del montón, los asesinos favoritos del general.

Pero no terminaba allí la galería de atrocidades: resguardado por la seguridad de sus hermanos barbaros, un reducido grupo de guerreros, tambien protegidos y armados con acero blasfemo, aguardaban en la retaguardia del ejercito, observando a sus congeneres con la misma malicia y dedén que depositaban en sus rivales. Solo quedaba, a excepción de un pequeño grupo de jovenes jientes barbaros que merodeaban en algún costado del ejercito, el sombrío operador de esta maquina de desutrcción: Kramelar, heraldo mortal del Dios de la Sangre, comandante de hombres y destructor de comarcas, montado en su monstruoso juggernaut y rodeado por su jauría de mastines guardianes.

Los hombres lagarto se vieron forzados a desplegar sus tropas. Tlaloc confió en el liderazgo de Krolak, un longevo saurio a los lomos de un gélido, para mantener la cohesión de las tropas y le ordenó hacerlo desde una unidad de guerreros de su raza. Frente a este bloque de saurios, que ni desbordaba en número ni resultaba pequeño, habían dos grupos separados de hostigadores eslizones: uno compuesto por los exploradores de vanguardia y otro formado por cazadores más veteranos.

Además de ellos se encontraban, defendiendo el flanco derecho, cuatro enormes kroxigores, altos como torres y furiosos como la tormenta que Tlaloc ya comenzaba a invocar. Solo restaba, además del mago, Lo-Tax y su terradón, un grupo de batidores eslizones que habían conseguido (con mucho sacrificio) trasportar una salamandra hacia los campos de batalla.

La batalla comenzó cuando Kramelar perdió su poca pasiencia y liberó a sus bestias para que le trajeran la cabeza del chamán eslizón. Sus caballeros hicieron relinchar sus tenebrosas monturas y arremetieron con todas sus fuerzas en linea recta contra los saurios de Krolak. Los barbaros los siguieron hasta donde sus piernas pudieron, agitando los estandartes de Khorne, seguidos a paso lento por la pequeña unidad de espectantes guerreros.

Tlaloc, por su parte, respondió a los movimientos y terminó de tapar la estrellada noche con nubes relampagueantes, mientras Krolak avanzó cautelosa pero desafiantemente hacia los jinetes. Los eslizones, habituados a tender emboscadas, intentaron llamar la atención de estos disparando incluso por fuera de su rango, mientras los enormes kroxigores se posicionaban en la retaguardia, ya direccionados para interceptar a los caballeros cuando estos cayesen en la trampa.

Por otro lado, Lo-Tax, se propulsó directo hacia las nubes y cayó en una picada diagonal contra los mastines, interceptando su misión de asesinato. Tres de sus craneos se sumaron a los trofeos de su lanza, mientras que otros fueron destrozados por su feroz montura.

La batalla parecía favorable a los guerreros de sangre fría y Tlaloc se dispuso a invocar un rayo atronador sobre sus oponentes, cuando su confianza se mostró infundada: un cambio en los vientos de la magia sobrevoló el campo de batalla y tanto Kramelar como Tlaloc pudieron sentir al Dios de la Sangre defendiendo a sus escogidos: por allá la salamandra, que los batidores habían traido esperanzadamente a la batalla, tenía un brote de inexplicable ira y atacaba y devoraba a todos sus amos, en el otro extremo, donde la caótica caballería caía en la trampa de los eslizones que se retiraban, la montura de Krolak se tornaba violenta contra su amo y se movia de forma erratica y aleatoria, imposibilitando una vital carga. Finalmente, en el techo de la ruina que el chamán había ocupado para divisar la batalla, la carcajada tenebrosa del maligno retumbaba como mil cañones y ante la mirada fija del satisfecho general enemigo, la misma rafaga que Tlaloc intentaba controlar lo atacaba y hería, desplazandolo hacia la vanguardia del combate.”

Si queréis seguir leyendo este relato, continua aqui.

Saludos.

 

 

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