Reseña: Samurai, el juego de mesa

Reseña: Samurai, el juego de mesa

Hace pocos días adquirí, a través de un amigo, el juego Samurai de Knizia. Se trata de un juego clásico, que ya tiene sus añitos. Pese a todo yo lo acabo de descubrir y aprovecho para haceros llegar mis impresiones.

Samurai es un juego en el que pueden participar de 2 a 4 jugadores y que está ambientado en el Japón feudal, aunque a efectos de juego este dado es indiferente puesto que se trata de un juego absolutamente abstracto que hubiera funcionado exactamente igual si en vez de Japón nos situamos en mi querida Girona, y si en vez de acumular Budas hubiésemos de acumular replicas de Sant Félix el juego no cambiaria ni un ápice. Sin embargo, la ambientación japonesa es brillante y el tema de los biombos para tapar las fichas le da un toque original y le aporta gran parte de su encanto.

Para empezar, lo primero que hay que hacer es echar un vistazo a los componentes, porque está claro que el factor visual y estético siempre es importante. Si un juego es bueno pero feo, es más que posible que no guste. En este caso, el aspecto es bastante bueno. La caja en sí misma tiene una original ilustración de un samurái y es de buena calidad. Lo cual no podemos decir del organizador de plástico interior, y el espacio está totalmente desaprovechado, dentro de la caja cabrían perfectamente otros dos juegos.

El mapa del juego está dividido en 4 secciones de cartón que forman las islas del archipiélago japonés, a mayor cantidad de jugadores más porciones se unen para formar la mesa de juego. El mapa es hexagonal y en él encontramos representadas la capital, las ciudades importantes y las aldeas con diferentes dibujitos sencillos pero resultones. Además hay 4 biombos de cartón blando (sin duda lo más flojito de los componentes) tras los que cada jugador deberá ocultar sus fichas en uso y los “premios” obtenidos al conquistar una aldea / ciudad / capital.

También tenemos 39 piezas negras de plástico duro y brillante, que representan a las tres castas principales del Japón feudal. Los yelmos, representando a los guerreros, los Budas, representando al clero, y los arrozales, que representan a los campesinos. Por último, encontramos cuatro juegos de fichas hexagonales, cada juego idéntico a los otros tres excepto en el color, que representa a cada uno de los jugadores, estas fichas las iremos colocando en los hexágonos del tablero para conseguir las distintas piezas negras.

En definitiva, estéticamente, el juego es bonito y los componentes son de calidad.

En cuanto a las reglas y el objetivo del juego, estos son muy sencillos. Básicamente se trata de una lucha entre los jugadores para conseguir la influencia mayoritaria en las diferentes castas. Según jueguen 2, 3 o 4 jugadores, se usará un tablero más grande, en la que encontraremos  con 7, 10 o las 13 fichas de cada tipo de casta respectivamente. De este modo el tablero nunca es demasiado grande ni demasiado pequeño, y el número de piezas en juego siempre está equilibrado. Lo que convierte a Samurai en un juego que funciona perfectamente para 2, 3 o 4 jugadores. Un punto muy positivo a su favor, sin duda.

Lo primero que hay que hacer para jugar es repartir las piezas de casta por el tablero, por turnos. De modo que la colocación de las piezas ya forma parte de la estrategia. En la capital debe haber una pieza de cada tipo, en las ciudades importantes dos piezas, que han de ser distintas, y en las aldeas se coloca una única pieza. En ningún momento del juego podemos tener dos piezas de casta iguales en una misma localización.

Durante el desarrollo del juego, por turnos, cada pieza de casta se irá rodeando con las fichas hexagonales de los jugadores, y una vez que una de ellas está completamente rodeada por tierra (no es necesario que estén también rodeadas por mar) se decide qué jugador influye en mayor medida sobre dicha pieza, y ese jugador se la lleva tras su biombo. Si hay empate de influencia, la ficha se retira del juego y no la gana nadie. Cada jugador dispones de un juego de 20 fichas, de las cuales tiene en juego cinco en todo momento, siendo las demás su reserva, que está oculta (es decir, no se sabe que fichas va a poder usar en turnos posteriores a medida que vaya robando nuevas fichas).

En cada una de las fichas encontramos un número que nos indica cuan influyente es, y un símbolo que indica a que casta influye. Se pueden encontrar fichas con valores 2, 3 y 4 para cada una de las castas, cinco fichas con iconos de samurái y valores 1,1,2,2 y 3 que influyen a todas las castas, una ficha de ronin (un samurái sin maestro, creo) que también influye a todas las castas, y dos fichas especiales más, que explicaré un poquito más adelante. Alguna de estas fichas tienen unos caracteres japoneses y otras no. La regla es que durante tu turno puedes jugar tantas fichas como quieras con caracteres grabados y solo una ficha sin ningún carácter japonés.

Una vez has jugado las fichas en tu turno robas de tu montón tantas fichas como hayas usado hasta volver a tener 5 ocultas tras el biombo. Respecto a las cinco fichas de inicio, se propone  para las partidas iniciales cogerlas al azar, y en partidas posteriores escogerlas, con lo que la estrategia de juego aún es mayor. A mi personalmente me gusta más jugarlas al azar, pero todo son gustos.

Como ya he comentado, cuando una ficha de casta está totalmente rodeada por tierra, se suman los valores de las fichas de cada jugador que influyen en ella y se determina qué jugador se la queda, así de simple.

El sistema de puntuación es quizá lo más raro de entender del juego. Se obtiene un punto si, y solo si, tienes la mayoría de piezas capturadas en alguna casta. De modo que realmente sólo hay tres puntos en juego (uno por cada casta). Si en alguna casta hay empate de piezas capturadas, ese punto no lo gana nadie. De modo que es perfectamente posible que seas el jugador que más piezas has capturado y en cambio no te lleves ni un solo punto. Si un jugador obtiene la mayoría de fichas de dos castas, lógicamente gana la partida. ¿Y qué ocurre si hay empate a puntos? En ese caso deben contar las fichas conseguidas de las dos castas de las que no tienen mayoría, por lo que no es útil centrarse en capturar únicamente fichas de una sola casta. Si aún así persiste el empate se contabiliza el número total de fichas. Se trata de un sistema de puntuación que te obliga a capturar fichas sin poderte limitar a una única casta y a diversificarte. Personalmente encuentro un sistema de puntos muy bueno.

Hasta aquí todo parece un juego muy amigable, sin ataques a la yugular, sin puñaladas traperas ni sucias jugarretas, con poca interacción en definitiva. Sin duda no es el juego más “violento” que pueda imaginarse, pero tampoco es totalmente nula. En la propia colocación de las fichas podemos montárnoslo bastante bien para hacer jugarretas, pero además contamos con dos piezas especiales que favorecen bastante el tema. Una de ellas permite reutilizar una de nuestras fichas de interacción. Tiene un valor 0 y se coloca en cualquier lugar de una ficha ya utilizada antes, preferentemente sin utilidad en el momento, y de alto valor. Debe ser, eso sí, una ficha sin carácter japonés impreso. Gracias a esta sustitución podemos robar una ficha de casta que otro jugador daba por ganada, colocando una de alto valor de las nuestras que ha había sido utilizada. La otra ficha es sin duda la más ratera: nos permite intercambiar la posición de dos piezas de casta en el tablero. De modo que a nuestro rival, que prácticamente había colocado sus fichas para asegurarse una ficha de casta, se la mangamos y la colocamos en otro lugar sobre la que posiblemente no tenga ninguna influencia. Esta ficha, además, tiene carácter japonés, por lo tanto nos permite rematar la faena colocando alguna ficha más que nos asegure conseguir una ficha de casta, y de paso el odio instantáneo del afectado. No es que sea el colmo del juego vil y rastrero, pero os aseguro que la venganza posterior está casi asegurada.

La sensación constante en el juego es que hay muchas cosas que hacer, y muy pocos movimientos disponibles. Y, por tanto, las decisiones se hacen muy complicadas. Siempre que pones una ficha te queda la sensación de que te gustaría hacer algo más. Es un juego en el que hay que pensar con una sensación constante de “estoy jodido, estoy jodido…” pero que se disfruta mucho.

La modularidad del tablero  el jugar con diferente número de piezas según el número de jugadores es un grandísimo acierto, y hace que tanto con dos, como con más jugadores, sea un juego fantástico. Además la duración es de unos 45 minutos con lo que no se hace pesado. Todo ello lleva a inclinarme a considerar Samurai como un buen juego, completo y entretenido. Actualmente puede conseguirse el juego en su versión en castellano, pero si tienes una edición antigua y necesitas las reglas traducidas puedes descargarlas aqui: Samurai, juego de mesa – reglas en español.

Espero que os guste el juego y que me hagáis llegar vuestras impresiones.

FICHA DEL JUEGO
Nº de jugadores 2 a4
Tiempo por partida 45 minutos
Edad recomendable A partir de 10 años
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