Warhammer Fantasy – Informe de Batalla de Nuntius (II)

Warhammer Fantasy – Informe de Batalla de Nuntius (II)

Continuación de la segunda batalla de Nuntius contra el Caos.

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Hombres Lagarto vs Guerreros del Caos (Segunda Parte) – Autor: Nuntius

“Poco tiempo tuvieron las tropas de los lagartos para acomodarse cuando los agentes del caos comenzaron a moverse, avanzando a toda marcha y de forma casi uniforme para chocar contra la raza invasora. Los cinco caballeros apuntaron sus espadas flamígeras contra Lo-Tax y marcharon para alcanzar al estegadón, pero rápidamente comenzaron a perder hombres frente a los certeros virotes que el jefe eslizón disparaba desde su montura. Los otros jinetes, en cambio, optaron por rodear el ejército desde el otro flanco, avanzando directamente hacia una estatua deforme, donde un grupo de eslizones, apoyado por la salamandra, intentaban esconderse. El resto de la infantería avanzó firmemente hacia Gor’Khatax, quien aguardó estratégicamente.

Entre las rocas de la retaguardia, Tlaloc consiguió divisar a Maladar e hizo lo posible por descargar una ráfaga de rayos sobre él, pero nuevamente las energías caóticas del terreno se volvieron contra él y los vientos de la magia se desgarraron en un etéreo golpe que desgarro parte de su cuerpo. Levantándose del inesperado (aunque irónicamente familiar) impacto, el chamán comprendió la fuerte presencia que el Dios de la Sangre debía tener en estas ruinas y como ello solo podía reemplazar la razón de sus guerreros por furia asesina. Fue entonces cuando ordenó a sus cazadores eslizón el tenderles la habitual emboscada, de forma que Lo-Tax pudiese arrollarlos por el flanco.

Lagartos 4

Mientras tanto, del otro lado del campo, los jinetes barbaros habían intentado alcanzar a los cazadores eslizones, pero al conseguir estos huir de su carga, optaron por asaltar a la desprevenida salamandra. Sin embargo, sus rostros expresaron la sorpresa que sus cuerpos sufrieron en carne, cuando la gélida criatura demostró dar mayor pelea de la esperada y consiguió derribar a uno de los jinetes.

En ese momento, los caballeros del caos que se acercaban a Lo-Tax corroboraron las sospechas de Tlaloc al no poder contener su sádico psicopatismo y asaltar frontalmente a los cazadores eslizones. La rápida masacre que realizaron entonces fue un mero preámbulo a la que pronto recibieron ante la carga del enfurecido estegadon, en la que Lo-Tax pudo sumar dos cabezas más a su lanza.

Sin embargo, no todos los lagartos corrían con tanta suerte y cuando los jinetes barbaros consiguieron asesinar a los batidores eslizón, la salamandra tuvo el erróneo reflejo de huir hacia su corta libertad y ser arrollada por la persecución de sus verdugos.

Mientras todo esto ocurría, Maladar se había escudado en unas ruinas para evitar la certera mirada de Tlaloc y la furia de sus relámpagos. Desde allí gritaba blasfemias para movilizar a sus hombres, que, lentamente, habían entrado en el rango del veterano saurio. La violenta carga de Lo-Tax había llamado la atención de los infantes mejor equipados, quienes encararon hacia el monstruo con obscuras intenciones, sin notar que, en el hacerlo, habían dejado el flanco libre para las tropas de Gor’Khatax.

Este, tomando los frutos de su instintiva paciencia, ordenó la carga con un gutural rugido que se escuchó en todo el valle y corrió junto a sus guerreros para arrasar la línea enemiga, pasando de forma completamente impune frente a la horda de barbaros que se descubría ahora mal encarada para realizar su ansiado asalto.

Antes de que los barbaros consiguiese reorganizarse para atacar por la retaguardia, las tropas saurias consiguieron superar el flanco de la infantería pesada que, al sufrir las primeras bajas y verse superada en número y mal posicionado, tuvo la instintiva respuesta de huir hacia el descampado.

Gor’Khatax, completamente consiente del inminente peligro que su posición actual significaba, se abalanzó a la persecución junto a sus guerreros, alcanzado, derribando y matando, uno a uno, a los prófugos enemigos.

La indignación de los barbaros fue total: los enormes esfuerzos para reorganizar tan indisciplinada horda de guerreros fue recompensada únicamente por un virotazo envenenado que consiguió perforar, de punta a punta, una de las columnas de su falange, empalando a cuatro de ellos. Esto no era mera suerte, Tlaloc, resignado a no poder invocar el poder de la tormenta sobre sus rivales, optó por escrudiñar los astros para guiar mágicamente el proyectil de Lo-Tax, asestando un devastador y mortal impacto entre ambos, que el jefe eslizón festejó con fuertes rugidos y ademanes provocadores.

Maladar, por su parte, estaba indignadamente furioso. El ejercito que con tanto esfuerzo había conseguido arrebatar y consagrar a su Dios se desmoronaba frente a sus ojos. Con sus mejores guerreros muertos y solo el apoyo de los barbaros para finalizar la tarea, el Campeón de Khorne sabía que necesitaba asestar un golpe certero y devastador al ejército enemigo, algo que pudiese poner fin a la cadena de mando y disuadir a sus rivales de continuar con su avance.

Con decidida vileza, saltó de las ruinas que lo protegían, esquivando (con alguna leve lesión) los rayos que Tlaloc insistía en asestarle, y cargó directamente contra la unidad comandada por Gor’Khatax, arrojándosele directamente al saurio en ademán de desafío.

Con un gesto y un mordisco, Gor’Khatax ordenó a su unidad rodearlo en círculo mientras el veterano guardián lo enfrentaba en combate singular. Maladar se adelantó con prepotente furia y agresión, levantando en el aire su dentada espada mientras la cargaba con cuanta fuerza pudiese brindarle solo para descubrirse incapaz de finalizar el golpe: como si de una burbuja se tratase, el mismo continuo del tiempo pareció diluirse en aquel combate y antes de que el campeón del caos diese su primer golpe, Gor’Khatax consiguió adelantarse y destrozar la armadura del emisario. Lagartos 3

Las rojizas esquirlas del blasfemo acero que protegía a Maladar, volaron lentamente por los aires alrededor de la mágica espada del saurio para caer, junto con el destrozado cuerpo de su rival, a la velocidad impuesta por el tiempo que volvía a su flujo habitual. Gor’Khatax había vencido y con la muerte de Maladar el ejercito de Khorne comenzaba a desmoralizarse completamente. Incluso cuando los jinetes bárbaros que restaban habían conseguido sobrevivir a los cerbatanazos de los cazadores eslizones, para luego Vencerlos en combate cuerpo a cuerpo, la principal falange de guerreros había sido diezmada por los proyectiles de Lo-Tax y poco pudo hacer para soportar la carga de los guerreros saurios. Tras una rápida y sangrienta batalla, los saurios consiguieron superar a los bárbaros y arrasarlos hasta el último hombre. Solo dos jinetes quedaban, rodeando aquella estatua que estaba al otro lado del campo de batalla, cegados nuevamente por la confianza que su victoria sobre los eslizones les había dado.

Cabalgaron contra la línea principal lagarta, buscando arrebatarle la vida a alguno de sus líderes y consagrar con ello la inmortalidad de sus almas, pero sufrieron rápidamente el certero disparo combinado de Lo-Tax y Tlaloc.

El último, el más fiero y prometedor entre los barbaros, se apresuró a alcanzar al chamán eslizón… pero su furiosa cabalgata fue anulada por las ráfagas eléctricas que Tlaloc invocó sobre él.

Las tropas de los hombres lagarto se apresuraron a levantar defensas alrededor de la Torre Silenciosa recientemente conquistada. Tlaloc sabía que la masacre que sus tropas habían realizado le daba el suficiente tiempo como para reorganizarlas y comenzar los rituales dentro de la impía estructura del Caos; pero también era consciente que su reciente suerte alertaría a los nativos, atrayendo grandes hordas que no volverían a subestimarlo.

Pronto, el secreto artefacto que la Torre contenía sería devuelto a sus verdaderos dueños y solo su ancestral furia podría salvar a los hombres lagarto de sus enemigos.”

La batalla terminó en masacre a favor de los Hombres Lagarto y no tengáis dudas de que el Caos ya está planeando su venganza para la próxima batalla.

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